Los pioneros de la decoración nórdica basaban sus creaciones en lo artesanal y hasta mediados del siglo XIX solamente estuvo enfocado a la funcionalidad de los espacios y de la decoración. Su principal lema era: «Lo que no era útil, no servía.»
La principal inspiración para este estilo es la naturaleza, en este caso la madera. Eso si, no cualquier madera, sino maderas claras como el arce, pino, haya y roble son las más utilizadas. Se usan tanto en muebles como accesorios de decoración.
También tiene muy presentes y como únicos colores los tonos fríos, blancos o grises transmitiendo así serenidad, limpieza y luminosidad. No hay sensación de frialdad por esos toques de madera o pequeñas plantas que consiguen un toque de color en la estancia.
Podríamos sacar cierto parecido entre minimalismo y el estilo nórdico, en ambos destaca la sencillez y la funcionalidad en todo el conjunto. Y generalmente los puntos de color los aportan pequeños elementos de colores intensos.
Además, el estilo nórdico crea ambientes luminosos con grandes ventanas y techos altos, cocinas espaciosas muy prácticas y sobre todo pequeños lugares para cada miembro de la familia. En la iluminación artificial buscaremos luces blancas y potentes sin crear juego de luces y sombras.
En cuanto a los textiles que se utilizan, son tejidos naturales como el lino, el algodón o la lana. Mientras sean con un fondo claro pueden ser lisos, se llevan las rayas, los cuadros, las flores y hojas.
Un punto curioso de este estilo es que su animal preferido para decorar es el ciervo, es decir, estampado en telas o creado con unas tablillas en la pared, pero es un animal muy presente en todas las creaciones de diferentes decoradores.
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Fuente: Decopasion.com
Fuente foto: Pinterest